lunes, 8 de junio de 2009

Del negocio de la transformación, a la transformación del negocio

Del negocio de la transformación, a la transformación del negocio

Entrevista con Anahís Antonela

Por Alfredo Niklitschek

Tercer año periodismo

Universidad Austral de Chile



“Una vez un tío mío estaba tomándose unos tragos en una cantina. Contaba que estaba medio curao cuando apareció una mina y le tiró los corrios. La cosa es que subieron a una de las piezas y empezaron a atracar, mi tío se puso a correr mano cuando de repente sintió algo duro. Se había encontrado con dos cocos y una verga entre los calzones, le sacó la chucha al hueón”. Esa fue la primera historia que escuché sobre travestís cuando estaba en el liceo, me cague de la risa y pensé que era una locura sin sentido eso de vestirse como mujer, y que debió estar muy curado el tío de mi socio para no darse cuenta. Después de todo era en Coyhaique y ese era el único travestí conocido.

Años después tuve la suerte de ir a España. Ahí, caminando por las calles con mi viejo, en un día soleado y extremadamente caliente, iba distraído entre la fiebre y las mujeres morenas de ojos verdes, según yo, el más bello legado del tiempo en que los árabes dominaban esa región.


-¿Que te parece esa mujer que va ahí?- me dijo mi viejo, desarmándome con la pregunta, una porque nunca me preguntaba cosas así, y otra por que me sentí sorprendido en mi depravación del momento. Era una rubia, flaca, tetona, cintura ajustada y un trasero ni desbordante ni pequeño, usaba tacos y pantalones ajustados, su cara era de facciones finas.

–Bien, súper bien- le dije un poco aburrido, era tremenda, si te gustan los maniquís ambulantes, pero a mi no me llaman la atención.

– Es un hombre- me dijo con voz de no te lo esperabas. Recién en ese momento abrí bien las pepas y por un instante pensé que yo era mujer… no lo podía creer.

La siguiente aproximación que tuve al mundo travestí (no, no llegué a convertirme en travestí, va hacia otro lado esta historia) fue una noche en Valdivia. Iba pa` la casa cuando una mujer, al parecer prostituta, me ofrece un mamón. Le dije que no gracias pero el amigo con el que andaba se quedo conversando con ella mientras seguí caminando. Volvía a ver porque se quedaba, y la loca nos ofrecía la mamada gratis a los dos. – Yapos chiquillos, si se los como todo- decía con un intento de voz erótica, pero era muy masculina en realidad. Sus manos y su barba afeitada (pero visible) la delataron tanto como su voz. Ya que mi amigo no caminaba decidí seguir yo solo y lo dejé ahí. Lo esperé en una esquina hasta que llegó, según el se había demorado porque tenía miedo de que le hiciera algo el travestí, y yo le creí, así como creo en ovejas que comen lobos. Al comentar esta anécdota con otra gente, recibí muchas sugerencias de tener cuidado, de lo peligrosos que eran los travestís, que eran ladrones y andaban armados, a fin de cuentas me crearon una mala imagen de ellos.

Fue a principios de este año que pude conocer a un travestí, bueno ex-travestí. Una señora me recomendó una pensión, y me anticipó que el dueño era gay. Eso me daba igual, tengo amigos gays y no he conocido hasta el momento un gay mala onda. Llegué a una pensión muy especial, con gente de todo tipo de creencias e ideas, y todos conviviendo bastante bien. Lo que no sabía es que este señor, o mejor dicho, esta señora había trabajado por años como travestí en la prostitución. A medida que nos fuimos conociendo se fue dando mayor confianza y me contó su historia, que al principio me impactó, pero gradualmente lo fui viendo como algo bastante coherente y normal. Decidí entrevistarla, porque sobre este mundo los prejuicios y mitos abundan, pero escasea como agua en el desierto la información. Al pedirle la entrevista puso una condición, tenía que ser en pelotas. Me reí, y lo tomé como talla, pero después de pensarlo un poco me di cuenta que podía ser muy serio, romper las barreras un momento, romper el prejuicio, y generar un ambiente nuevo para la entrevista. Así, Anahís Antonela relata la vida de un travestí retirado, de un gay, de una mujer con cuerpo de hombre viviendo en este mundo.

¿A que edad empezaste a trabajar en la prostitución?

Empecé a los catorce años

¿Fue por necesidad?

Si, por necesidad

¿Qué tan peligroso puede ser ese trabajo?

Bueno tu corris distintos riesgos: te pueden golpear, te pueden matar de repente, o el mismo gallo que te lleva no quiere pagar y te maltratan.

¿Cómo aprendiste a moverte en el ambiente?

Bueno en el ambiente aprendí a moverme por una amiga que era travestí, que llevaba muchos años trabajando en la prostitución, y ella me enseñó lo que era el oficio. De ahí me costó aprender, igual con miedo, pero después con el tiempo me fui acostumbrando a defenderme y a luchar contra todo.

¿Qué cosas te enseñó?

En primer lugar a defender mi espacio, porque trabajamos en una esquina y esa cuadra donde trabajaba era mía no más, y ahí si llegaba otro yo tenía marcado mi terreno. No podía dejar a otro, porque si ella misma u otro gay me pillaba que yo le daba espacio a otra persona, ellos mismos iban hacia mí y me pegaban porque yo dejaba trabajar. Pero había formas de atacar, por lo menos el tema de la gillette, era pegarse una en los dedos con el cuello en la punta, y tú con un palmetazo le cortabas la cara a otro, que varias veces por defenderme lo tuve que hacer.

A los travestís se les asocia a menudo con delincuencia… ¿A que se debe esto?

Es que lo que pasa es que hay muchos, pero no todos, que roban po`. Pero ellos roban por necesidad de repente o hay tipos que corren el riesgo de andar con plata y uno como es travestí se tienta. Pero nunca hay un alza grande de travestís que roben o que maten por algo. Yo creo es porque hay travestís o gay que roban, que están acostumbrados a la delincuencia y los mezclan a todos por la forma de ser.

¿Qué clase de personas frecuentan a los travestís?

En el tiempo que yo estaba, eran abogados, militares, carabineros, los rati y gente de oficina po`, lo que más llega es gente de oficina.

¿Qué es lo más raro que te ha pasado trabajando?

Bueno son hartas cosas. Por lo menos una vez un tipo me echó el auto encima y yo tuve que arrancar por una bota, por un pasaje que no tenía salida a los lados, pero igual luche harto contra el auto.

¿Por qué dejaste de trabajar en el negocio nocturno?

Lo que pasa es que conocí a un amigo, que al final de ese amigo yo me enamoré, y decidimos ir a vivir juntos, y ahí no me dejó trabajar más en el ambiente. Por eso, por respeto y por temor también porque corría muchos riesgos, que cualquiera pasara y te gritara la vida o te veía en la noche, andaba trancando pa` lado y lado también, no trabajaba tranquilo.

¿Cuándo estuviste seguro de tu sexualidad?


Estuve seguro cuando salí de la casa. Por que antes de eso, no se po`, vivía con temor, con miedo del rechazo de mi familia, o que el compañero de curso de repente se podía dar cuenta, y cuando estuve en la enseñanza media todos sabían pero ahí ya era más liberal, mis amigos me aceptaban como era.

¿Cómo lo tomó tu familia?

Les conté una vez porque ya había salido pero quise volver como a los diecinueve años a mi casa, normal, sin demostrarles nada. Pero eran tantas las preguntas de la familia, de porque no tenía polola o no me casaba como mis primos que al final les conté, y ahí fue la perdición mía porque ahí perdí todo po`. Perdí mi familia, mi padre, mi abuelo, mis primos, todo. Hace más de dieciséis años, ya van a ser diecisiete que no los veo.

¿Por qué piensas que no se permite el matrimonio homosexual?

Yo creo que no lo permiten por la sociedad, porque la sociedad te mira mal po`, o por el tema de los niños pienso igual. Por el tema de que si ven un matrimonio gay los niños se pueden criar con traumas, o al verte así no mas se asustan.

¿Tu crees que es así, que los niños se crían con traumas? ¿O crees que dos padres gay pueden criar a los niños?

No, yo creo que dos padres gay los crían perfectamente. Porque a un niño no puedes decirle que sea gay sabiendo que sus padres son homosexuales. Pero sabiéndolo criar yo creo que no habría problema criándolo en lo que ellos son y darle una educación… bien.

¿Es Chile un país homofóbico?

Si homofóbico en todas partes porque donde te ven te quedan mirando con rechazo, o como novedad. A mi me ha tocado en los mismos supermercados tu vai y se cagan de la risa o mandan a otro po`. Dicen “atiéndelo tu, atiéndelo tu” ¿Cachai? Se tiran la pelota los unos a los otros. Así que yo creo que Chile no esta preparado, si viviera en un país como España o en otros países creo que estaría mejor, o me daría fuerza para seguir haciendo cosas más adelante, porque aquí tu le tienes más temor al rechazo de la gente.

¿Has podido andar con tu pareja de la mano a la luz del día?

Si, aquí (Valdivia) yo anduve de la mano con mi pareja años atrás, pero la gente se daba vuelta a mirarte, o te gritaban cosas. Hubieron unos tipos que me siguieron e incluso, imagínate, veníamos desde el centro, y al llegar a la casa se fueron pa` otro lado, pero nos siguieron todo el camino y nosotros cachamos. Pero yo lo hice para demostrar que sentía la sociedad, que pensaban de andar en pleno centro a las tres de la tarde, en verano, donde hay más público, y la gente: homofóbia total. Yo creo que ven dos mujeres de la mano y la gente no se asusta tanto, como ver dos hombres de la mano o que se besen en la calle… Por eso creo que el único espacio libre de los homosexuales es una disco, por que ahí podís besarte con tu pareja y andar libremente, y nadie te va a decir nada.

Para conseguir trabajo… ¿Es muy difícil?

Es difícil. Yo por lo menos, para conseguir trabajo, iba con terno y corbata, bien presentado, para tratar de que no se me cachara que era gay pero igual te echaban pa` afuera po`, te decían que vuelvas después. Es que uno tiene la decencia de ser gay, porque resulta que uno andaba muy bien de hombre, pero de repente esa gramática se te cae, empezai a mover las manos, o la voz se te va cambiando a medida que tú vas conversando, y la gente eso no lo entiende. Me costó mucho si, mucho, mucho.

¿Cómo te trataban los clientes?

Mira, había clientes buenos y clientes malos. Había clientes que cuando terminaban de estar contigo no querían pagarte, te pegaban…

¿Pero alguna vez sentiste placer con algún cliente? ¿Fue bueno para ti tambien?

No porque todo lo hacía por plata, a veces sentía placer pero no esas ganas de volverlo a tener, en cambio con tu pareja sientes mucho placer y te vuelves loco por el, pero no con un hombre común y corriente que no conoces. No… uno no tiene placer, finge si po`, grita, hace cosas, pa` que el se sienta bien, satisfecho, pa` que diga “ah quedé bien” y vuelva a la otra vuelta, y este contigo y te pague.

He escuchado varias veces discusiones sobre si un gay nace o se hace. ¿Qué piensas al respecto?

Yo creo que un gay nace. Incluso en mi caso, yo nunca quise ser gay, trate de cambiar pero no pude. Hasta pololee con mujeres, hacíamos el amor pero después me daba como asco y ganas de pegarles. Con el tiempo me di cuenta que me sentía una mujer, que no lo podía cambiar y lloraba en la oscuridad de la noche, porque mi familia no me aceptaba. Yo no creo que ser gay tenga que ver con la violación, porque yo fui violado y sentí dolor en la penetración, entonces lo natural sería tener un rechazo por los hombres po`. Pero lo que yo siento es así.

¿Disfrazarte de mujer era solo un negocio, o una forma de expresión en alguna medida?

No yo creo que para mi vestirme de mujer era una forma de sentirme bien, emocionalmente y espiritualmente, porque igual uno siempre tiene las tendencias de mujer, y cuando me subía arriba de los tacos, o en el momento de maquillarme, de ponerme la ropa de mina cachai, el producirme, mi ego era ya más alto. Me sentía en las nubes, y ahí me creía el cuenta de que era cien por ciento mujer, me miraba y se me olvidaba que tenía pene.

¿Actúas distinto vestido de mujer?

Si po`, me acuerdo que hace un tiempo fui a la Universidad Austral por una chica que hizo un trabajo y se recibía. Me pidió a mi porque ella tocó el tema de los travestís, y ahí fui yo vestido de mina, y tu cambias cien por ciento. Estaban los profesores, estaba la alumna, estaban los papás de la alumna, y habían más o menos treinta personas más. Yo me sentí plena ahí porque habían tantos hombres y tantas mujeres en el público, que no tenían nada que ver con el cuento y te hacían preguntas. Preguntaban sobre que como me sentía al vivir con pareja, por lo menos en ese tiempo yo tenía pareja, le dije que me sentía bien, yo hacía de dueña de casa y administraba todo. Uno se organiza como mujer porque arriba de los tacos tiene otra forma, no siente miedo a la sociedad, cambiai de carácter, eres más coqueta, jugai con el pelo, jugai con las manos. Por lo menos en mi caso me pongo súper coqueta cuando ando de mujer, soy más sonriente. Como hombre tengo que andar con cuidado porque allá me van a cachar el mote, o que acá me van a decir algo, andai más preocupado de eso. Incluso cambia tu forma de pensar. Cuando me visto de hombre, me siento incomodo al andar con zapatos bajos

Si hubieras podido elegir… ¿Serías hombre o mujer?

Mi verdadera forma sería una mujer. Si pudiera andar noche y día lo haría, pero por mi trabajo actual no puedo, por respeto también a los pensionistas.

Ahora manejas un hospedaje… ¿Cómo influye tu condición en este trabajo? ¿Has tenido problemas en ese sentido?

No por que ahora que hay universitarios son más tolerantes, tienen una cultura más elevada, saben más del cuento y de de hacia donde uno va. Incluso lo paso bien, porque me río ahora de las cosas que me pasaron en la vida, me río de lo que me pasa a diario y trato de entregar lo mejor de mi. Igual hay un respeto y una confianza, porque si ellos se sintieran incómodos no llegarían acá.

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